Una batalla
por el dominio de la “Informática” se ha estado suscitando desde hace décadas,
estando la gran mayoría de nosotros los usuarios inocentes de ello. Dos
corrientes ideológicas se han enfrentado sin lograr encontrar un punto medio,
un punto de conciliación y de acuerdo; en un extremo las grandes corporaciones
defensoras del software privativo como Microsoft, Apple y Adobe por mencionar
algunos. Ellos entienden la programación como un trabajo arduo y complejo, con
altos y bajos como todos los demás pero por encima de todo lo consideran
propiedad intelectual de los pocos que la utilizan para la creación de un
software particular que como producto pasa a formar parte de los activos de la
compañía que lo ha financiado. ¿Quién puede culparlos? ¿Quién puede negar la
razón en su argumento? Todo individuo que tenga el mínimo conocimiento de cómo
es la programación en general puede corroborar que no es tarea fácil. Al igual
que el músico, el pintor y el escritor, el programador está en todo el derecho
de comercializar su trabajo.
En el otro extremo del conflicto encontramos a los precursores del
software libre (código abierto), este movimiento defiende con vehemencia que el
software debe ser desarrollado y distribuido en “comunidades” de manera
gratuita y sin limitativas licencias de propiedad. Para ellos la forma más
exitosa de alcanzar altos niveles de desempeño en su software ha sido a través
de un aspecto clave llamado colaboración. Ellos comparten su producto mediante
el uso de licencias tipo GPL (General public license) que autorizan básicamente
a cualquier individuo a modificar el software accediendo al código fuente
(código abierto), además de poder distribuirlo, cargarlo y descargarlo
libremente sin penalizaciones. Esta filosofía siempre va a acompañada de un
gran respeto entre la comunidad de desarrolladores de software libre quienes
comparten y aportan soluciones informáticas que permiten un desarrollo rápido y
sostenido del software libre. Dado que es desarrollado en conjunto, los
defensores de esta ideología no comercializan su producto, no lo consideran
apropiado pues va en contra de las mismas bases sobre las cuales han sido
creados sus proyectos, sin embargo existen corporaciones especializadas como
Canonical, que crean distribuciones de software libre como el popular GNU/LINUX
UBUNTU y comercializan el soporte técnico en las empresas que lo utilizan, no
el software en sí.
Los usuarios, independientemente si somos
personales, empresariales o gubernamentales deseamos utilizar el mejor
software, bajo esta premisa tomamos el concepto de que el software “pago”
siempre será mejor que el software libre, dado que en nuestras sociedades
existen aspectos que nos convencen al 100% de que la calidad se paga, y no está
mal, no es una filosofía errada en muchos aspectos, pero cierra las puertas a
una gran iniciativa como el software libre que también tiene sus ventajas, en
algunos aspectos puede incluso ser mejor que el software privativo. La calidad
puede, en ocasiones, ser un concepto abstracto, al referirnos al software lo
que para usted no funciona puede para mi ser algo de gran calidad y ambos
podríamos tener la razón. Debemos mencionar ejemplos de software libre como el
S.O para móviles Android que tiene contentos a millones de
usuarios o programas como los populares navegadores Chrome y Firefox; estos son
algunos de los principales exponentes de calidad en software en nivel mundial y
son productos de la iniciativa de código abierto.
De igual manera, como tenemos la libertad de decidir que es para nosotros
calidad y que no lo es, también tenemos la libertad para decidir que software
utilizar, no obstante, si esto ocurriera siempre de acuerdo a las condiciones
establecidas, ¿cuál sería el problema? Ninguno, pero lamentablemente esta no es
la realidad. Venezuela es el país líder a nivel mundial en piratería con una
tasa sostenida del 88%. Quizás sea debido a la alta
polarización política en nuestro país (recordemos que en Venezuela el principal
precursor de software libre ha sido el gobierno de Hugo Chávez) que simplemente
cerramos la puerta al software libre sin considerarlo, pues, esta guerra
ideológica se asemeja a la eterna lucha entre capitalismo y socialismo, donde
el software libre por el hecho de tener cierta semejanza con el sistema
socialista quizás siempre termine perdiendo la partida.
Esta actitud debemos eliminarla, el software es una cosa y la política es otra.
La verdadera crisis en materia de software en Venezuela es muy sencilla: Debido
las fuertes campañas de compañías como Microsoft (Windows es básicamente lo
único que el usuario promedio ha conocido en materia de informática) o quizás
como fue mencionado anteriormente debido a la polarización política no deseamos utilizar el software
libre, pero tampoco deseamos pagar por el software privado. Que contradicción, es cierto que
los costos de licencias privadas son altos pero EXISTE una alternativa llamada
software libre que es perfecta para personas que no tienen la disponibilidad
económica. Curiosamente preferimos utilizar la piratería, que, aunque no lo
consideremos así, es un acto más de la misma delincuencia que nos tiene hartos
en Venezuela.