Venezuela 2012: “Juan” un honesto chofer de vehículo por
puesto cuenta a sus pasajero sobre un asalto del cual fue víctima la semana
anterior mientras a causa del calor decide irrespetar la rojiza señal de detención
del semáforo en la avenida, “Luis” cansado después de una completa jornada
laboral se molesta por la acción del desconocido chofer, malhumorado pisa el
acelerador hasta velocidades no permitidas, pierde el control de su vehículo y
el incidente se convierte en accidente al ocurrir la muerte de un inocente
peatón “Roberto” que tranquilamente se dirigía hacia su casa y su familia,
veamos, ciertamente es una cadena de incidentes que culmina en muerte, desde
cierto punto de vista, dicha cadena de acontecimientos empieza en el semáforo,
pues es la causa de la rabia de Luis, sin embargo, ¿podría esto en alguna mente
eximir a Luis de la culpa sobre la muerte de un inocente? Imposible, ni en un
millón de años.
Si con este pequeño y ficticio ejemplo, podemos percatarnos
de una realidad tan absoluta y definitiva como el transcurrir del tiempo o la
salida del sol, ¿Por qué perdemos en ocasiones nuestra capacidad de asociación
y comparación en temas de la actualidad?, ¿o acaso la tenemos y nos cohibimos
de utilizarla? De ser esta última nuestra realidad pues estaremos condenados a
siempre sufrir en silencio.
Si la influencia de eventos anteriores no puede excluirnos
de la culpabilidad en una acción perjudicial, ¿porque puede el actual gobierno
utilizar las gestiones de otros gobiernos como excusas para justificar las
fallas críticas que hoy existen en nuestro país?
Falla en el sistema eléctrico, falla en el suministro de
agua, falla en la distribución de gasolina, pobreza, inseguridad, impunidad,
corrupción, fallas en el sistema educativo, fallas en salud, infraestructura
pobre, en resumen, infinidad de “fallas” actuales que “increíblemente” siguen
siendo culpa de la IV república…. Si, después de casi 14 años es increíble que
nada de eso haya podido solucionarse.
Pronto, todo político entenderá que el poder no está en la
fuerza armada nacional, en el palacio de gobierno, o el tribunal supremo de
justicia, el poder está en la calle, en los corazones de un pueblo que poco a
poco despierta y toma conciencia de la pesadilla en la que ha vivido por
décadas. No es ingenuidad, toda Venezuela conoce los delitos cometidos por los
anteriores gobiernos y cada vez es menor la cantidad de gente que los defiende,
prueba de esto es la existencia de la supuesta V República, que francamente
comparte su esencia y sus principales características con su predecesora.
Lo que pedimos, lo que exigimos, es que cada quien tome
responsabilidad sobre sus actos y como en un sistema judicial eficiente el
culpable se atenga a las consecuencias, ya nadie cree que en 14 años no
pudieran haberse hecho mejoras en el sistema eléctrico nacional, mejoras que evitarían los racionamientos y en
efecto, la rabia e indignación de muchos Venezolanos. Debe ocurrir un desastre
para darnos cuenta que se podía prevenir, debemos estar en crisis para buscar
solución a los problemas, señores y ¿qué ha sucedido con la Planificación? Ese
olvidado ideal de pensar antes de actuar que ya no existe en nuestro país, el
resultado: “Ruina Total” y un largo período de recuperación para nuestra
pequeña Venezuela luego del 7-O.
La esperanza debe mantenerse, esperanza de un líder que
valore la opinión de su pueblo y se apoye en él, un líder que genere trabajo en
vez de limosna, una persona que promueva la unidad y el diálogo en vez del odio
y la discordia, pero sobre todo un Gobierno que garantice la transparencia de
su trabajo y muestre siempre su verdadera cara; ese líder será amado y
respetado. Será grande.