viernes, 25 de mayo de 2012

ALEJANDRO BARRERA: La ruta de la serpiente


La diversidad de personalidades y personajes que podemos encontrar en nuestro mundo laboral es en realidad impresionante, si bien esta es una afirmación innegable, es demasiado amplia para efectos de nuestra presente entrega, pues nos enfocaremos en una clasificación específica que resulta particularmente perjudicial en la creación y/o mantenimiento de un ambiente de trabajo agradable y competitivo.


No es un secreto para quien sea participe del trabajo en equipo, que existen personas cuya energía, comentarios, actitudes y aptitudes perjudican el trabajo en una organización, sin embargo, afirmar esto resulta a simple vista ambiguo y arbitrario por lo que es necesario estudiar como identificar este tipo de personas y más importante aún: “Que hacer con ellas”.

Son personas comunes como usted y yo, personas con sueños, necesidades, inquietudes y responsabilidades pero carecen de tres claves llamadas: “Convicción” “disciplina” y “honor”. La persona que posee convicción cree en sí misma, se muestra fuerte, imbatible como si nada ni nadie pudiera cruzarse en su camino y salir ileso.

Quien posee disciplina organiza y establece un tiempo para cada elemento que conforma su vida, dedica tiempo a cada responsabilidad y busca incansablemente cumplir con todo lo que dependa de él, cuando las cosas van mal, se apoya y utiliza su convicción para recordar su propósito y no desfallecer por muy cuesta arriba que este el camino, quien posee disciplina dedica también tiempo suficiente para mejorar cada día las habilidades que requieren de él, también para aprender cosas nuevas.

Sin la tercera clave “Honor” difícilmente puede una persona actuar correctamente en un conjunto, honorable es la persona íntegra de principios que elige el camino correcto por encima del camino fácil, el que posee honor es leal y agradecido con quien le ayude. El honorable no pierde el tiempo en chismes y conversaciones sin sentido, no ve el beneficio en inmiscuirse en problemas ajenos y no pierde de vista su perspectiva.   

Estos principios aplican en todos los niveles sociales y nadie está exento de ellos, sin embargo, en el plano laboral podemos percatarnos que cada día existen menos personas con estas características, por el contrario, a diario nos encontramos con personas débiles, que abandonan su causa al primer obstáculo, esta persona consciente o inconscientemente se considera inferior aunque quizás no lo sea, no está convencido de sus habilidades ni de su valor y a pesar de saberlo no busca mejorar, quizás cree que lo hace, pero son intentos muy débiles que no logran hacer eco en este mundo tan dinámico donde quien se queda pierde oportunidades y es obligado a observar desde el palco de espectadores el progreso de los demás.

Ya conocemos que estas personas que consideramos perjudiciales, lo son por no poseer convicción ni disciplina, sin embargo, no es eso lo que las convierte en el tipo de persona que todos deseamos evitar, pues en efecto estas personas pueden ser habilitadas para trabajar en equipo efectivamente, estas conductas pueden ser mejoradas a través del ejemplo y la influencia de un liderazgo positivo. No obstante cuando el aspecto o clave faltante se llama “Honor”, el paciente no tiene salvación, es una condición que contiene la esencia de la discordia en sus venas, quien no posee esta cualidad resulta engañoso, mentiroso, de esas personas que dicen lo que los demás desean escuchar, se ganan confianza y luego atacan sin piedad ni consideración, pues para ellos la filosofía Maquiavélica es el modo de pensar; cuando el fin es su beneficio personal  el medio resulta irrelevante.

A estas personas la mediocridad los ataca como una serpiente que se arrastra por el suelo buscando un punto débil donde inyectar su veneno, aspectos como la falta de convicción son los objetivos predilectos, esta persona puede hacer lo que sea, es impredecible, puede por años aparentar ser una persona de bien, incluso puede lograr que los demás piensen eso de él, puede robar, crear intriga y falsas calumnias. Esta persona puede traicionar sin remordimiento a  quienes le son cercanos.

Es innecesario decir que debemos alejar a quien conozcamos que no posee honor, o es dudoso, pues en ocasiones por intentar ayudar o por la efímera realidad de que todo el mundo merece una oportunidad terminamos incluyendo a quien no debemos. Cuando el precio por ayudar a alguien es demasiado alto, debemos recordar nuestras propias responsabilidades y riesgos, de lo contrario en el peor de los casos terminaremos sin lugar a dudas con la serpiente en el cuello.

 
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